martes, junio 09, 2009

Deja ya de soñar

Conduzco un coche al atardecer o amanecer, hora en que el tiempo se pierde entre los matices y colores pastel. La carretera es violenta, curva tras curva y eso me pone nervioso aunque no disminuyo la velocidad, sigo girando el vehículo mientras las curvas aparecen en la pendiente en la que desciendo rápidamente.
Sé que falta muy poco tiempo para que pierda el control y ese momento llega cuando el bólido no me responde al virar a la derecha y esto no sucede. El automóvil sigue de frente y ya no hay camino, un abismo se abre ante mí, giro la cabeza y ella está a lado mío y pienso: esto no debería sucederle. Un segundo y mi vida comienza a pasar en mi mente, recuerdos de niño, mi familia, mis papás, fechas, momentos especiales, la escuela, mis amigos, me pone triste y quiero llorar pero no hay tiempo, siento que no es hora de que muera pero eso no es cuestionable, lo acepto y en ese instante siento un vacío en el estómago.
Esta es la forma en que debía morir y siempre lo supe.
Comienza el descenso tan vertiginoso y caigo, todo es oscuro y desolado. Sé que he muerto, lo sé.

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