lunes, agosto 04, 2008

Ideas sueltas, la secuela



Mientras hablaban, ella sentía más conciente que nunca cada centímetro de su propia piel. Su corazón se rompía en su pecho como piedra que choca en cristal; como la nube que rompe en lágrimas en las tardes de julio. Así sentía su alma desvanecerse ante las palabras que quebraban su existencia.


Se volvieron a encontrar treinta mil cuatrocientos veintiún años después de haberse conocido, sólo para darse cuenta de que nunca volverían a estar juntos; pero en el rincón infinito del universo siempre habría un átomo de ilusión reservado para ellos.


Claudia colocó las manos en los ojos de Rómulo, y los ojos de Rómulo fueron cegados para que pudiera ver que la muerte circundaba más cerca, muy cerca; tan cerca que no pudo más y abrió los ojos para ver que ya estaba muerto y que su vida estaba encerrada en un ataúd frente a él.



quién soy
en el lado oscuro de la vida
universos que se fragmentan
estrellados
silencio que se difumina
en los espacio y silencios
de la pregunta
signo
sospechosa llama
que titubea
en el destino



4 comentarios:

Tonalli: Casa del Sur dijo...

eres el hueco halado del silencio
aquél que se quedó prendido en
la muesca del trunco arrebato
donde perdía los ojos y se bebía el rumbo
Allí donde perdí el camino
poco antes de toparme con tu sino

Amarantha Vázquez dijo...

odio el nombre claudia
me recuerda malos ratos

me gustó mucho la parte que dice

"en el rincón infinito del universo siempre habría un átomo de ilusión reservado para ellos."

Ariel Silva dijo...

y en dónde te topaste con ese gigante tan chingón?

Vicko Suárez dijo...

pues está allí en el parque "convivencia infantil", el ya lastimado gigante